domingo, 29 de agosto de 2010

Niños mañosos y evolución

Últimamente, he notado que a las nuevas generaciones se ponen cada vez más "vegetarianas". Lo que quiero decir es que a muchos niños no les gusta la carne... ni la leche. Todo es comida procesada (y ojala frita) con bastante sal y ketchup. Por supuesto esto es en el contexto social la sociedad chilena en el que estoy inmersa.
Hace 10 años (o sea hablo de mi generación) muy pocos comían mucha carne, y estamos hablando sólo de carne magra... sin grasa ni nervios, ni cualquier otra cosa además de la carne propiamente tal. Son pocos los que comían guatitas (callos), sesos, prietas, o cualquier otro órgano interno del animal.
¡Hoy los niños no se toman ni la leche!
¿Y por qué?
Creo que la explicación tiene que ver con la historia reciente del hombre. Hace varios pares de décadas, no existía el exceso de cantidad y variedad de comida. Habían verduras y frutas, que no aportan muchas calorías, carbohidratos generalmente provenientes del trigo, y además, carne, huevos y leche. Éste último grupo es que más calorías aporta, por la cantidad de grasas que posee. Evolutivamente, los seres humanos tendemos a preferir este tipo de alimentos, más calóricos y con gran cantidad de ácido glutámico, por que nos ayudarían a sobrevivir durante periodos de falta de alimentos (sequías, inundaciones, etc).
Sin embargo, hoy tenemos un mundo lleno de comodidades: medios de transporte, trabajos cada vez más automatizados (menos esfuerzo físico para los humanos), y la posibilidad de obtener todo a través de internet. La comida también se vuelve "más cómoda": más fácil de preparar, de consumir, de masticar y de digerir. Por lo tanto, deja de ser necesario tomar leche o comer carne, pues hay muchas otras cosas que se pueden consumir, mucho más cómodas.
Ya no necesitamos comer carne: la sociedad la hizo prescindible. Por eso ya los niños no la quieren...

domingo, 22 de agosto de 2010

Sobre el rol de la mujer

Hace unos días conversaba con mis amigas de la universidad... una propuso una idea que podría ponerle los pelos de punta a varias mujeres que conozco: llegó a la conclusión de que todo sería tanto más fácil si bastara con casarse, ser mantenida y cuidar críos... esto en vez de estudiar, trabajar siendo mal pagada (por ser mujer, claro está), y a los 40 arrepentirse de no tener ni marido ni hijos.
Por sorprendente que parezca, no es la única que piensa así. Incluso yo creo que tiene algo de razón, cuando veo a alguna de mis profesoras, brillantes científicas, ganadoras de importantes reconocimientos, que se han quedado solas en su ya pasadas 5 décadas (y se nota en sus ojos la inconformidad con sus vidas).
Sin embargo, yo no podría tranzar mi independencia. No quiero estar sola, pero prefiero sola que mal acompañada. No me faltan los ejemplos de mujeres que se han casado a los 30y tantos con cualquier fulano, sólo para poder cumplir el rol que la naturaleza misma nos impone: parir y criar. Y unos años más tarde, con varios kilos de más y una pérdida evidente del sentido de la moda, se van lamentando de no ser libres. Libres de sus hijos y de sus maridos.
Los extremos son peligrosos, pero ¿Cuál es el equilibrio?
Yo me pregunto ¿Por qué nos esforzamos tanto en ser iguales a los hombres, si no lo somos? Nuestros cerebros son distintos. La bioquímica de nuestros cuerpos es distinta. Eso ya ha sido demostrado...
(continuará)